Muerte en Chak 46

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A menos de un kilómetro de la casa del tío materno de Iqbal, Ramat, existe un lugar llamado Chapa Khana Mill, un solar sin un seto ni arbusto, designado con el nombre administrativo de la localidad: chak 46 (o aldehuela 46).

Hoy se puede ver una piedra marcada con pintura blanca, que señala el lugar donde Iqbal, el niño esclavo, se desplomó agonizante. Allí sucedió el crimen que la policía pakistaní atribuye a un lamentable y rocambolesco accidente.

LOS MISTERIOS DEL FIR

¿Qué pasó hacia las ocho de la noche en el camino arenoso que atraviesa el lugar llamado Chapa Khana Mill. La primera versión, dada por sus primos fue anotada cuando ya habían pasado tres horas después de la muerte de Iqbal por el inspector adjunto Ghulam Bari, de la estación de policía de Ferozwala.

La lectura de este documento escrito en ourdou, nos dice que Iqbal, Faryad y Lyakat, salieron al campo, haciendo equilibrios los tres en una sola bicicleta. Esta escena es habitual en numerosos pueblos de Punjab. Según la declaración Iqbal iba delante, Lyakat en medio y Faryad detrás. Percibieron en el campo de Chapa Khana Mill, a cien metros de donde estaban, la sombra de una persona divirtiéndose extrañamente con un asno, atado a una carreta. En la oscuridad de esa noche de luna llena reconocieron a un pobre agricultor del pueblo llamado Ashraf, apodado ‘Hero’. Al ver que descargaba su sexualidad con un asno se pararon para divertirse y dirigieron algunos gritos e insultos a ‘Hero’. Y entonces cogió su fusil de la carreta y disparó. La descarga de un fusil de caza del calibre 12, alcanzó la parte derecha de la espalda de Iqbal, que cayendo de la bici, arrastró a sus dos primos, resultando herido en la mano izquierda Faryad. Ashraf enseguida se vistió, cogió su fusil y se largó.

UN CULPABLE DEMASIADO PERFECTO

No sabemos qué pasó en esas tres horas. No se descarta la tesis de que los dos primos fueran manipulados como cómplices.

Ni que ‘Hero’ y sus primos sean una víctima del miedo o del chantaje; o simplemente contratado por la mafia de las alfombras.

Por muy extraño y absurdo que parezca, la escena del hombre en la oscuridad, realizando actos deshonestos con un asno es probable, el culpable reconoció todo aunque también sabemos cómo se obtienen muchas declaraciones en regímenes carentes hasta de las libertades burguesas. El hecho de que los niños encontraran al campesino con un fusil de caza es también probable.

El arma pertenecía al patrón del asesino y estaba debidamente registrada. Más todavía: el patrón de Ashraf, confesó que éste utilizaba a veces su fusil.

¿Se deduce, pues, que la tesis del accidente es creíble? No necesariamente. Digamos que el trágico desarrollo de las circunstancias detallado en el informe federal de investigación no es inconcebible. Pero ¿no estaremos ante un buen montaje?

¿COMO NO DUDAR?

Son muchas las dudas que asaltan a quienes han intentado investigar el asunto. En primer lugar por la personalidad de Ashraf: conocido como un heroinómano de larga edad (de ahí su apodo Hero), ese jornalero sospechoso, hijo de madre ciega, era empleado de unos pequeños granjeros, que tenían grandes deudas. ¿Cómo estos pagaban a Ashraf? Alojándole en una especie de establo y dándole droga y algunas rupias. ¿Se negaría a un trabajo especialmente sucio ante determinadas circunstancias?

Lyakat, Faryad y Ashraf, no estaban preparados para el asalto de preguntas, y de presiones, que los policías pakistaníes, realizan en estas ocasiones. ¿Hasta qué punto podían soportar las presiones de la policía? ¿Se atreverían a acusar a los todopoderosos empresarios de quienes dependía su vida y la de sus familias? ¿Estarían dispuestos a denunciar las posibles mentiras?

En tercer lugar el inspector Ghulam, que se apresuró a cerrar su cuaderno lleno de notas y no puso demasiado interés ni en acelerar el proceso ni en ampliar las investigaciones.

¿UN CRIMEN SIN INTERÉS O UN CRIMEN QUE HAY QUE CAMUFLAR?

Iqbal estaba muerto. Cuatro horas habían pasado desde que el niño había decidido seguir a sus primos. Alrededor del cadáver había cuatro policías de la comisaría de Ferozwala en compañía de su jefe, el inspector Ghulam Bari.

Los policías que se encargaron de transportar el cadáver a la comisaría de Ferozwala, a diez kilómetros de allí, mostraron poco humanismo y poca profesionalidad. No tomaron ninguna fotografía del lugar. ¿Qué hicieron con la bicicleta que llevaban los tres niños? El examen de las huellas dejadas por las ruedas revelarían la dirección del tiro y las razones por las que Iqbal fue el único en recibir de pleno la descarga mortal.

Parece evidente la voluntad deliberada de sabotear la investigación y la búsqueda de la verdad. En Pakistán, las investigaciones de ese tipo, en plena noche, son poco cuidadas por los policías, más dispuestos a recibir dinero o a jugar con la porra al servicio de los ricos que a intentar esclarecer el crimen. ¿Había que hacer desaparecer las pruebas?

El cuerpo de Iqbal yacía a la entrada de la comisaría de Ferozwala, cuando su madre lo descubrió a las dos de la madrugada. Despertada en medio de la noche, Inayat, se dirigió a la granja de su familia, antes de tomar el camino de la comisaría con la esperanza de alcanzar el tractor y el remolque que transportaba la víctima. El cadáver de su hijo estaba allí, una hora antes de que ella llegase, sofocada y agotada, para descubrir la escena del pequeño cuerpo bañado en sangre, a penas cubierto con una especie de sábana. Los policías no la interrogaron. Con un poco de suerte el caso estaría archivado a las pocas horas.

EL CASO IQBAL MASIH

Ehsan no colgaba el teléfono. Desde la ventana del edificio donde se encontraba, cerca de la estación de autobuses de Islamabad, el presidente del BLLF, echaba un vistazo a las montañas de Murre. Munnawar, el abogado que había colaborado en la liberación de Iqbal se encontraba, en el momento del drama, en la capital pakistaní donde había ido a acompañar a Ehsan para dar a conocer las acciones del BLLF en favor de los empleados esclavos de las grandes granjas de la provincia de Sind.

Cuando lograron encontrarle en Islamabad, uno de los militantes del BLLF de Lahore, tuvo que repetir dos veces la terrible noticia al presidente del BLLF: Iqbal ya no estaba en este mundo. La noticia llegó a la oficina del BLLF, en plena noche, por una llamada de teléfono. La conversación con el miembro de la familia MASIH no había durado más de cinco minutos. Tiempo suficiente para resumir los hechos, anotar el nombre del lugar y explicar el camino que debían tomar para enviar a un equipo al lugar del crimen cuanto antes. Avisar a Ehsan en Islamabad, era difícil.

Después de colgar el teléfono, el presidente del BLLF sólo tenía una intención: actuar rápidamente. Cogió el primer autobús disponible a Lahore. Después subió al pueblo de Rakhbauli para verlo con sus propios ojos. Jamás se le habían hecho tan largos los ciento cincuenta kilómetros que separan la capital federal de la capital de provincia de Punjab.

MILITANTES CONTRA POLICÍAS

En la explanada de Muridke, una especie de parking grande, el coche del BLLF frenó bruscamente. ¿Tendrían que ir primero a Chapa Khana Mill, a esa tierra desolada donde Iqbal moría doce horas antes o tendrían que ir a la comisaría donde reposaba el cuerpo del niño?

La comisaría de Ferozwala se parecía a las demás comisarías del mundo. Delante del edificio se encontraban cuatro vehículos negros con puertas y ventanas con rejas, que testimoniaban la rapidez con la que degeneran los enfrentamientos de la calle en Pakistán. Cuando llegaron, la mirada de los miembros del BLLF se dirigió hacia el tractor y remolque del tío materno de Iqbal, aparcado justo a la entrada. Eran las seis y cuarto de la madrugada, ese lunes 17 de abril de 1995, y el cadáver yacía allí, sin ningún funcionario al lado y sin prestarle ninguna atención.

Sólo la madre de Iqbal tenía contacto con el BLLF a través de quien le entregaba cada mes las 500 rupias para compensar el salario que Iqbal no aportaba al no trabajar en la hilandería. Para esos campesinos cristianos, acostumbrados desde su infancia a padecer en silencio en su pueblo pullas e injusticias de la mayoría de los musulmanes, el hecho de encontrarse allí, era muy incómodo. Todos sabían que, en caso de litigio con los policías, serían los primeros en padecer sus amenazas.

Los militantes, por el contrario, estaban más habituados a no dejarse impresionar por el equipo del inspector Ghulam Bari. Ellos comprobaron algo sospechoso en la mirada de esos celosos servidores de los poderosos y ricos patronos. También supieron mostrarse exigentes. Los compañeros de Ehsan se esforzaron en manifestar que la muerte de Iqbal no se consideraba caso cerrado. Ehsan no estaba pero ellos sabían perfectamente que había que hacer. Ni el miedo ni el dolor iban a paralizarlos.

UNA AUTOPSIA DISCUTIDA

¿Quién, durante la mañana del lunes del 17 de abril de 1995, tuvo la iniciativa de pedir una autopsia? Lo cierto es que dos policías transportaron, en un vehículo de la policía, el cuerpo ensangrentado de Iqbal hasta el hospital del distrito de Sheikhupura. Eran las 10 cuando llegaron, seguidos por el coche del BLLF. La autopsia la realizó el médico de servicio, Muhammad Aslam y los resultados de sus observaciones fueron consignadas en el informe de la autopsia nº 84/95, cuyas copias, algunas incompletas, circularon en seguida.

El médico facultativo pakistaní estuvo dos horas examinando el cadáver del niño. Escribió cinco páginas en inglés, como hacen con los documentos destinados a ser presentados a la justicia. Cinco páginas, detallando punto por punto, la naturaleza de las heridas mortales que presentaba Iqbal. Según el médico se trataba de un joven de una edad de 13 o 14 años, vestido con un salwar kamiz de color blanco manchado de sangre por las heridas causadas por más de 120 plomos que habían perforado la espalda del niño, acribillando la parte derecha de su cuerpo, desde su omoplato hasta la parte baja del muslo; la parte alta del brazo, así como el codo también estaban afectados.

Este informe de la autopsia planteaba algunas dudas. ¿Cómo el niño pudo ser gravemente herido en la espalda si el asesino se encontraba enfrente de los niños, en el momento del tiro, como lo había afirmado Faryad, el testigo clave, en su declaración? y ¿cómo explicar que sólo el aprendiz recibió el disparo, cuando se encontraba, según su primo, delante de la bicicleta y por lo tanto protegido por sus dos primos? La versión dada por el FIR se encontraba, doce horas después del crimen, distorsionada por el resultado de la autopsia. ¿Por qué Faryad, el testigo clave, había recibido una bala en la mano izquierda, cuando las heridas mortales de su primo Iqbal se encontraban en el lado derecho? El disparo que causó la muerte ¿no se habría efectuado cuando éste huía?

¡LO HAN MATADO!

En la casa materna de Haddoquey, Inayat Bibi había hecho retirar los modestos muebles de la habitación para recibir el cadáver de su hijo, trasladado desde el hospital, después del examen postmortem, por los militantes del BLLF. Fiel a la tradición, la madre del difunto había avisado a todos los miembros de su familia. Después se dirigió personalmente a la iglesia, con el fin de encontrar al que todos los católicos del pueblo consideran como su sacerdote: el catequista Pervaiz Sadiq Bhati. Cuando dio el certificado de autopsia a los policías, el médico de Sheikhupura les dijo que el niño debe ser enterrado lo antes posible.

Pervaiz explicó que no podía decir una misa pero que podía presidir el cortejo por la tarde y rezar delante de la sepultura del niño. El conduciría la procesión a las cuatro de la tarde. Pervaiz no había llegado al lugar, cuando lo hizo Ehsan que no pudo controlar su emoción. El hombre permaneció callado desde que la Toyota dejó la carretera nacional para tomar el camino que conduce al pueblo. “Le han matado”, repitió una vez más. Aunque no conocía el informe de la policía, el viejo combatiente ponía en duda la versión oficial de la muerte no premeditada. Sabía bien los riesgos del combate y las artimañas de quienes ven peligrar sus privilegios. Podía ser el asesinato político realizado por la “mafia de la alfombra” para hacer pagar a Iqbal sus múltiples declaraciones y dar un escarmiento a quienes comenzaban a seguir caminos similares.

LA PRUEBA DE LOS HECHOS

El martes 18 de abril, en las páginas de la edición matinal de Dawn, el gran diario de Karachi, bajo el título: “Un niño militante asesinado” firmado, como era frecuente en los periódicos pakistaníes para los reportajes “delicados”, por un corresponsal. En el artículo de media columna se sugería que los motivos de la muerte no han sido aclarados. Meses antes el redactor de Times Magazine envió por fax recortes de la ceremonia de los oscar Reebok a su corresponsal Jeniffer Griffin; esta residente en Islamabad y colaboradora de los periódicos anglosajones Tima Magazine y The Observer, podía ser una de las primeras periodistas extranjeras.

¿A QUIÉN CREER?

La mañana terminaba cuando la colaboradora del TIME Magazine tomó contacto, el miércoles 19 de abril, con la oficina del BLLF en Lahore, pidiendo encontrarse con Ehsan en el lugar del crimen. El presidente del BLLF no pudo, aquel día, dedicarle más que diez minutos. Le sugirió que volviera el jueves.

Los testimonios que recogió esa tarde allí de los miembros de la familia MASIH, en su pueblo de Rakhbauli, corroboraban en efecto, el rocambolesco relato del campesino y del asno. Se extrañó de que todos contaran la historia de una manera similar Esas gentes parecían de buena voluntad.
Faryad y Lyakat, habían sido llevados a Lahore al día siguiente del entierro de Iqbal… por Ehsan y otros miembros del BLLF. Para Ehsan era necesario proteger a los testigos; para sus enemigos, una forma de presionarlos. ¿Podía el BLLF retenerlos contra su voluntad y la de sus parientes que podrían haber avisado a la policía?

ENCONTRAR A LOS VERDADEROS CULPABLES

El abogado musulmán Mehboob Ahmed Khan y el activista cristiano Joseph Francis Muhammad, fueron designados por la Comisión pakistaní de los derechos humanos para investigar el asunto. Esta comisión era dirigida por el abogado Asma Jahangir, con el que el BLLF había colaborado en el pasado.

Entre 1986 y 1990, el conjunto AsmaEhsan había obtenido innumerables resultados, marcados por el triunfo del juicio en el Tribunal supremo del país el 18 de septiembre de 1988. Después, entre estos dos tenores de los derechos humanos, la atmósfera fue progresivamente desagradable, cada uno reprochaba al otro sus métodos y su estilo. Ehsan era partidario de una estrategia de confrontación avivada por campañas de prensa internacional, y el abogado encarnaba la tibieza, el compromiso por un lado y el concierto con el poder.

NINGUNA CONSPIRACIÓN

Los dos enviados de la Comisión pakistaní de los derechos humanos no encontraron nadie que acreditara el argumento de un complot fomentado por “la mafia de alfombras”. Los dos enviados sabían de lo que son capaces los patronos de las hilanderías o de las fábricas de ladrillos para hacer cerrar el pico a militantes audaces pero no fueron capaces de encontrar nada. Las primeras conclusiones del informe de la Comisión pakistaní fueron publicadas el 2 de mayo siguiente y defendían que la muerte de Iqbal había sido accidental. Los periodistas aprovecharon para sacar otro informe: el de la edad de Iqbal. Citando varios testimonios llegaban a la conclusión de que tenía entre diecisiete y diecinueve años.

El hecho de que sacaran el tema de la edad para desacreditar a Ehsan nos induce a pensar que no eran objetivos estos miembros de una asociación que acusaba de revolucionario al BLLF mientras ellos se habían convertido en colaboracionistas del régimen. La cuestión de la edad no muestra más que la gravedad de un sistema económico que envejece cruelmente a los niños en su aspecto; y la dureza de la retina colectiva occidental ¿habría causado el mismo efecto Iqbal si todo el mundo hubiera sabido que era un joven? No es que los empobrecidos se hayan servido de la mentira; es que los enriquecidos tenemos una fuerte dosis de cinismo y después de machacar a los pobres decimos que no son honrados. Ya sabemos que el BLLF tiene aspectos tácticos discutibles, pero no olvidemos la violencia estructural a la que pretende enfrentarse y que por cierto… parece que crece.

UN ASUNTO DUDOSO

Otra pista debía ser estudiada: la del ajuste de cuentas, la brutal eliminación física de Iqbal podía ser una iniciativa de pequeños poderosos locales, envidiosos de ver a ese niño cristiano, conseguir una educación, tratamientos médicos caros y viajes al extranjero. El padre del niño, Saif, adoptó en las semanas siguientes al entierro, una actitud un tanto ambigua.

Acompañado al aeropuerto por el periodista Zafaryab Ahmed, el presidente del BLLF había tenido tiempo de conocer todos esos elementos. Sabía que sus acusaciones a la “mafia” eran creíbles pero carecía de pruebas concluyentes. En el momento de salir a Europa, Ehsan sabía que corría riesgos diciendo que fue un complot. La prensa pakistaní no le era partidario y la policía era capaz de lo peor. Se realizaron presiones de toda clase. Desde el día 17 de abril, el activista pakistaní entró en una guerra. En nombre de Iqbal y de millones de niños esclavos. Este hombre no parece un mentiroso; ahora, también él arriesga su vida.

EN NOMBRE DE IQBAL

Redactado por la oficina de Islamabad, releído y corregido por el puesto regional de Nueva Delhi, y enviado al distrito general de Washington, la agencia de prensa Associated Press (AP) anunciaba al mundo entero la muerte de Iqbal. Esta noticia de cuarenta líneas y unas trescientas palabras había sido transmitida por los ordenadores de la AP el martes 18 de abril; media página de información, que comprendía una foto de Iqbal tomada en Lahore, y un mapa de Pakistán. Encima figuraban dos columnas: una comentaba los principales datos de la vida de Iqbal, y la otra comentaba en algunas líneas y cifras el trabajo de los niños empleados en los talleres de tejidos, por todo ese país.

En la mayoría de los periódicos publicados en Estados Unidos al día siguiente, el miércoles 19 de abril, esas informaciones de la Associated Press fueron tomadas e imprimidas en gran número.

REACCIONES INDIGNADAS

En nombre de Iqbal, la leyenda fue puesta en marcha. En unos días, dio la vuelta al mundo, por la Associated Press y otras dos, la Agence France Presse y Reuter. En total, cientos de artículos fueron publicados en Estados Unidos y en Europa desde el 19 de abril. El periódico ‘Le Monde’ tituló su primera página en la edición publicada el 19: “Mártir en defensa de los niños”. “Asesinato de un chiquillo pakistaní” proclamaba ‘Liberación’ al día siguiente. Papeles impresos empezaron a circular, cuando las reacciones internacionales comenzaron a afluir, suscitadas por la campaña desplegada en Lahore por los militantes del BLLF.

Al día siguiente del entierro, en Nueva Delhi, tuvo lugar una manifestación de apoyo, donde más de trescientos militantes del BLLF indio y de la Coalición regional contra el trabajo en servidumbre protestaron delante de la embajada de Pakistán, bajo la dirección de Kailash Satyarthi, antiguo compañero de lucha de Ehsan.

A veinte mil kilómetros de allí, en su oficina de la compañía Reebok en Stoughton, en el estado de Massachusetts, Douglas Cahn había sido puesto al corriente del suceso desde el lunes 17 de abril, el mismo día del funeral de Iqbal MASIH. Según nos confirmó más tarde por escrito, fue a través de una llamada telefónica de Ehsan a él, como el director de “Derechos humanos” de la multinacional y a otros dos simpatizantes: Brittmarie Klang, antigua voluntaria sueca de la organización, y Magnus Bermar, el realizador de la película “La alfombra”.

Por parte de los suecos, un Fax urgente fue enviado el 18 de abril por Magnus Bermar a todos los que han difundido “La alfombra” o extractos de la película, retomando las acusaciones lanzadas contra la “mafia de la alfombra” en que denunciaba la posibilidad de que ‘Hero’ y la propia policía fueran víctimas de una manipulación.

Por parte de los americanos, la emoción y la rabia eran parecidas. Desde la difusión del artículo de la Associated Press del 18 de abril, no pararon de recibir llamadas la sede de Reebok y el departamento “Derechos humanos”. Douglas Cahn confirmó, por su parte, que según varios reportajes, Iqbal había sido la víctima de un asesinato. Añadió que la multinacional quería trabajar con Amnistía Internacional para pedir al gobierno pakistaní realizar una investigación independiente sobre su muerte.

COMUNICADOS Y PETICIONES

El 18 de abril Douglas y sus colaboradores redactaron un comunicado, enviado a todos los contactos de la empresa a través del mundo, comenzando por los premiados en los últimos años. Un comunicado de 5 párrafos firmado por cuatro nombres: Sharon Cohen (vicepresidenta) , Paula Van Gelder, Jennifer Margulis y Douglas Cahn. Se trataba de rendir homenaje a Iqbal y ejercer presiones para que su muerte no quedara impune. Enviaron peticiones al primer ministro de justicia Sayed Hussain Shah para pedir una investigación justa y exigiendo que fueran tomadas medidas para garantizar la seguridad de los que trabajan en la erradicación del trabajo forzado. Pedían firmas de apoyo que se enviaran al BLLF : 1, Dyal Singh Mansion, Lahore, Pakistán.
Desde el 20 de abril, la rama americana de Amnistía, con la iniciativa de Roger Rathma decidió intervenir. Bajo el título “Pakistán: una investigación imparcial es necesaria para dilucidar la muerte de un joven activista”, un comunicado de una página y media fue enviada ese día por Amnistía Internacional a todos los medios de comunicación y a todos los interlocutores de esa institución al servicio de los derechos humanos.

La oficina americana de Amnistía dirigió un mensaje al embajador pakistaní en que manifestaba que la muerte de Iqbal tiene el aspecto de una colisión entre las clases ricas, los grupos políticos y las autoridades policiales locales.

Pero faltaba una chispa suplementaria para que la tragedia de esta desaparición se convirtiera en un asunto de Estado y creara en Pakistán un miniseísmo político. Y fue esto lo que Ehsan provocó, al llegar a Ginebra, el viernes 21 de abril, con el fin de testimoniar, como en años precedentes, ante el grupo de trabajo de las Naciones Unidas sobre las formas contemporáneas de esclavitud.

UN PIRÓMANO LLAMADO EHSAN

En los locales poco solemnes y viejos del palacio de las Naciones en Ginebra, los cinco miembros permanentes del Grupo de trabajo sobre las formas contemporáneas de esclavitud, se habían instalado, como otros años, en una mesa con micrófonos para preguntar, durante una semana, a todos los deseosos de testimoniar ante ellos, sobre las diferentes formas de abusos, de servidumbre y de explotación constatados en sus países respectivos.

Desde 1974, ricos en información, publicaban documentos que acababan año tras año en las oficinas de funcionarios encargados de redactar las convenciones internacionales. Los representantes de los países miembros se encargaban durante meses de deliberar esos documentos.

Invitado desde hace varios años a expresarse ante esas instituciones gracias a los cuidados de la organización británica Antislavery Internacional, miembro asociado privilegiado de la ONU en las cuestiones relativas a la esclavitud, Ehsan no esperaba perder esa ocasión de esclarecer el asunto de Iqbal MASIH. Su intervención pronunciada en Ginebra el 24 de abril se titulaba así : “La voz de Iqbal será siempre escuchada”.

EL PESO DE LAS PALABRAS

“Este año, la más preciada parte de mi cuerpo, de mi corazón y de mi alma ha sido abatida por reducir al silencio las voces de millones de niños amordazados”. Como de costumbre, el viejo luchador de largos bigotes y cabello tupido, se había presentado en el palacio de las Naciones en salwar kamiz blanco, con un chaleco azul marino. Durante quince minutos, las palabras golpearon fuertemente.

“Ningún culpable ha sido arrestado. Peor todavía: la policía ha manipulado vergonzosamente, al redactar una falsa declaración, absolutamente contraria a la autopsia de Iqbal. ¿Asunto de Estado? Sí, mil veces sí”.

Al expresarse ante ese auditorio internacional, dejando voluntariamente que su corazón primara sobre la razón, Ehsan sabía que cada una de sus palabras, cada una de sus acusaciones, caían como balas disparadas en un campo de batalla.

El representante diplomático de Pakistán decidió tomar la palabra para explicar, que la versión oficial de los hechos eran opuestos y que el gobierno ponía sus esfuerzos en la erradicación del trabajo forzado de los niños.

La respuesta del presidente del BLLF fue más precisa, implacable: “Hago una llamada a la Comisión de los derechos humanos de la ONU para tomar todas las medidas posibles con el fin de prohibir la importación y la venta de todos los productos fabricados por niños, especialmente las alfombras. Y si usted me lo permite, lanzo una llamada a todos los compradores de alfombras : digan que no y solamente no a las alfombras fabricadas por niños….. Seguir comprando productos fabricados por niños de cualquier parte del mundo es manchar la sangre de Iqbal”.

¿QUÉ HACER?

Después de la intervención de Ehsan en Ginebra y siendo conscientes de la presión ejercida a las autoridades pakistaníes por diferentes organizaciones internacionales, el asunto de Iqbal se convirtió en pocos días en un tema amenazador para las altas instancias del gobierno de Islamabad.

La historia de ese joven cristiano valiente, joven militante contra la esclavitud, que soñaba con ser abogado para defender la causa de los más pobres, reveló un buen día las prácticas feudales en vigor en el “país de los puros”. Una enorme piedra manchada de sangre y colocada en el jardín de la Primer ministro, Benazir Bhutto, educada en Gran Bretaña, a la vez símbolo de la modernización y arquetipo de esos grandes propietarios, verdaderos feudales que desde la división con la India en 1947, mantienen las injusticias en Pakistán.

El BLLF había acusado, semanas antes, a la dinastía Bhutto, esa gran familia originaria de la provincia de Sind, de emplear en su casa y en sus diferentes propiedades a niños esclavos. Tampoco hacía gracia al poder la denuncia de la inercia del gobierno ante el trabajo forzado y las apelaciones al boicot de alfombras pakistaníes. Este gobierno obligado por la sociedad estaba dando timidísimos pasos para crear leyes, concluir acuerdos con la OIT y ratificar nuevas convenciones internacionales. Aunque una cosa es hablar y otra hacerlo en un clima social tan feudal.

MIEDO AL ENGRANAJE

Otra inquietud del gobierno pakistaní concernía al orden público. En abril del 94 estaba acaparado por la rebeldía de las gentes de Karachi, gran metrópoli del Sur donde las fuerzas del orden tenían problemas para reprimir a las poblaciones de los barrios de Orangi y del puerto. La situación económica allí era insostenible y es preferible “mantener el orden” (que es un desorden legalizado) a hacer verdadera justicia.

En la cúpula de Islamabad temían que las manifestaciones organizadas por el BLLF, acrecentaran el problema que tenían encima de la mesa por empeñarse en mantener los privilegios. ¿Cuántos favores debían a los poderes económicos?

En el seno del BLLF la confusión se focalizó en tres puntos principales: ¿Qué hacer con los dos testigos, Faryad y Lyakat? ¿Qué decir a los periodistas pakistaníes y extranjeros que no cesaban de ir allí? ¿Cómo defender la versión propagada por el extranjero por Ehsan?

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